Actos
La Media Fiesta, fusionada con la tradicional fiesta de San Antón, se celebra durante dos fines de semana del mes de enero: el primer fin de semana, anterior a la festividad litúrgica del Santo, tiene lugar la inauguración de la exposición de fotografías el viernes, y el desfile de collas y grupos musicales de las comparsas del sábado por la tarde.
El día 17 de enero, festividad litúrgica de San Antonio Abad, se celebra – como es tradición – el pasacalle de la Mayordomía, Junta Central de Comparsas y Autoridades civiles y religiosas hasta la ermita del santo anacoreta, donde tiene lugar la misa en honor al Santo, la bendición y reparto del pan, a continuación de lo cual se enciende la hoguera en sus inmediaciones, los festeros portan al santo alrededor de ella, se interpretan las danzas típicas de la festividad y se dispara una gran traca.
El segundo fin de semana tienen lugar los actos centrales de la Media Fiesta. El sábado por la mañana la protagonista la Mayordomía del Santo con la celebración del típico porrate, las cucañas y juegos infantiles y, de nuevo, las danzas típicas, todo ello amenizado por la dulzaina y el tamboril. Por la tarde tiene lugar un desfile de todas las comparsas, encabezado por las Abanderadas y Capitanes y el estandarte del Santo al que acompañan las Autoridades, Mayordomía y Junta Central hasta la ermita del Santo desde la que se traslada su imagen sagrada a la iglesia de Santa Ana, donde es recibido multitudinariamente por todos los festeros y colocado presidiendo el altar Mayor. Una vez allí, se interpreta el pasodoble que lleva su nombre.
El domingo por la mañana se celebra la Misa Mayor en honor al Santo en el templo de Santa Ana con asistencia de los cargos, Junta Central, Mayordomía y Autoridades y, tras la celebración religiosa, en el mismo marco y ante la imagen de San Antón, tiene lugar la Proclamación de los Capitanes y Abanderadas, mayores e infantiles, para la siguiente edición festera del mes de junio. Después la imagen sacra de San Antón es trasladada de nuevo a su ermita con disparos de arcabucería, recibiendo el homenaje de las escuadras que participan en la Media Fiesta y el disparo de una gran mascletá a su entrada en el recinto sagrado. Finalmente, se celebra el llamado Desfile de la Media Fiesta en el que participan los Embajadores con sus escuadras especiales, las comparsas, representadas por sus cargos festeros salientes y entrantes, y las cuatro escuadras designadas para la ocasión, así como las respectivas bandas de música. El recorrido es el mismo de las Entradas Cristiana y Mora y es presenciado por una gran multitud de festeros y ciudadanos.
Desde el año 2003 el Pregón se pronuncia desde el castillo de Embajadas el miércoles anterior al comienzo de la Fiesta, a las 11 de la noche, y tras él tiene lugar el disparo del castillo de fuegos artificiales que inicia los días de la Fiesta. Previamente, las Abanderadas y Capitanes y la banda Santa Cecilia acompañan al Pregonero, Autoridades y Junta Central desde la Casa de Rosas -sede de la Junta Central- hasta el castillo instalado en la Plaza de la Constitución. Con todo esto el Pregón de fiestas se ha convertido en un acto multitudinario, verdadero anunciador y motor de arranque de la Fiesta que comienza al día siguiente con la Entrada de Bandas.
Fiestas de Moros y Cristianos
Jueves
Este acto comienza en la Plaza del Zapatero a las ocho de la tarde del jueves, primer día de las fiestas. Lo inicia la Banda local Santa Cecilia acompañando a las Autoridades municipales y festeras así como al director que va dirigir el pasodoble desde las almenas del castillo, todos ellos precedidos de la Bandera de Junta Central que inicia de manera simbólica la Fiesta eldense. Tras la banda local desfilan las nueve bandas correspondientes a las comparsas que componen nuestra Fiesta y en representación del resto de bandas que participan en las fiestas. Cada banda va precedida únicamente del estandarte de la comparsa que representa, llevado éste por un miembro destacado de la comparsa a quien cabe tal honor. Cada una de las bandas interpreta un pasodoble o marcha distinta que previamente ha comunicado a Junta Central. Las bandas deben ir uniformadas, con un número importante de músicos y precedidas de sus correspondientes banderas.
Al llegar todas las bandas a la Plaza del Ayuntamiento, los Presidentes de comparsa le imponen un corbatín conmemorativo a la que les representa mientras que la Alcaldesa de Elda hace el mismo honor a la banda Santa Cecilia. A continuación ésta, en calidad de primera autoridad, se dirige desde el castillo a todos los festeros y festeras con unas palabras de felicitación y aliento para las próximas fiestas que comienzan. A continuación, el director designado levanta la batuta y comienza la interpretación de Idella, himno de la Fiesta eldense que es coreado por los miles de festeros que abarrotan la plaza, la propia calle Colón y las colindantes. Los aplausos y los vivas, unidos a la mascletá que se dispara y al gozoso repicar de las campanas de Santa Ana, cierran este acto que es, ni más ni menos, que la explosión de júbilo contenido durante todo un año y que aflora en este momento en que comienza la Fiesta.
Hoy la Retreta sigue siendo un acto alegre e informal, como antaño, pero sin perder su carácter festero. Todos los participantes visten el traje de guerrilla y se dejan acompañar por la música tradicional de los pasodobles o marchas festeras. Comienza a las doce de la noche y discurre por el mismo itinerario de las Entradas ante la masiva presencia de un público expectante que disfruta con las innovaciones de los últimos años: varias comparsas presentan grupos de festeros que desfilan haciendo distintas y bellas evoluciones dirigidos por un cabo al son de la música de marchas especialmente compuestas para ese modo de desfilar. Comenzaron los Musulmanes, a éstos les siguieron los Zíngaros y ahora también lo llevan a cabo los Piratas, los Estudiantes, las Huestes del Cadí y los Marroquíes.
Viernes
En 1995 la nueva Junta Central surgida de las urnas quiere dar prioridad a esto actos que hasta entonces se hacían de una manera un tanto anárquica, dotándolos de una nueva organización y obligando a las comparsas a que sus bandas no interpreten música que no sea propiamente festera. Así ocurre en el que se realiza el viernes por la mañana, acortando también el desfile de comparsas que saldrá desde entonces desde la Plaza del Zapatero. En cuanto al traslado a la ermita del lunes por la noche, una vez acabada la Procesión, se organiza de diferente manera a como se venía celebrando: la imagen del Santo y la comparsa que la porta debe de llegar hasta las escalinatas de la Iglesia de Santa Ana, donde acaba la Procesión general con el disparo de una gran palmera de fuegos artificiales desde las torres de dicha iglesia. A continuación, tiene lugar el Traslado a la ermita con el acompañamiento oficial de las Abanderadas y Capitanes, mayores e infantiles, la Mayordomía, Autoridades y Junta Central. Al entrar la imagen en su ermita se dispara una gran alborada pirotécnica.
A partir del año 2000 se cambia el itinerario del desfile del viernes por la mañana alargándolo por diversas calles del casco histórico hasta la ermita, debido a que el anterior itinerario se había quedado obsoleto por el número cada vez mayor de festeros que en él participaban. Asimismo se recuperó también en esos años el disparo de arcabucería que abría el desfile hacia la ermita desde la calle Dahellos.
La última remodelación de este acto del viernes por la mañana consiste en que solamente participen en el desfile hasta la ermita los arcabuceros acompañando con sus estruendosos disparos el estandarte del Santo desde la sede de Junta Central. Al llegar éstos a la ermita, da comienzo desde allí el pasacalles del traslado del Santo hasta la iglesia de Santa Ana con todos los festeros y festeras. Transcurre por las calles Independencia, Andrés Amado, Espoz y Mina, Plaza Constitución, Colón, Nueva, Ortega y Gasset y San Francisco. La entrada de la imagen de San Antón en la iglesia es apoteósica: salvas de arcabucería, interpretación del pasodoble dedicado al Santo, volteo de campanas y vivas y aplausos de una multitud enfervorizada de festeros que le aclaman emocionados. Una vez, en el interior del templo se produce un acto que ha ido surgiendo espontáneamente. Consiste en unas palabras de bienvenida del cura párroco, y la interpretación – de nuevo por la banda de música Santa Cecilia – del pasodoble-himno A San Antón que es coreado por todos los presentes mientras la imagen queda entronizada en el altar mayor de nuestra principal y arciprestal iglesia.
La profunda reestructuración de la Fiesta llevada a cabo en 1991, con el fin de añadir un día más a los actos festeros para que éstos se realizaran con mayor fluidez y comodidad, trajo consigo que el desfile infantil pasara a celebrarse el viernes por la tarde, concretamente a las 19 horas. A pesar de las reticencias que había por parte de muchos festeros, e incluso de algunas comparsas, el desfile cumplió todas las expectativas y resultó muy brillante, ganándose en asistencia de espectadores festeros y no festeros.
A partir de ese año el desfile ha ido aumentando en espectacularidad, incorporándose nuevos elementos que lo engrandecen: en 1993 salió por primera vez una colla de percusión de la comparsa de Musulmanes que abría el desfile como boato de acompañamiento de su Abanderada y Capitán. Desde entonces, todos los años las comparsas que encabezan bando suelen sacar un pequeño o gran boato. Hay que destacar los conmemorativos de Musulmanes y Zíngaros en sus 50 años de existencia, así como la proliferación de collas de las cuatro comparsas moras y la Fanfarria Zíngara, a las que se han unido en los últimos años el Grupo Sotavento Pirata, la Zalagarda Contrabandista y la Trova de la comparsa de Cristianos, que han hecho posible que este desfile adquiera una mayor relevancia si cabe. Los Grupos Musicales de las comparsas, ballets, estandartes y demás parafernalia son hoy un elemento más que abre cada uno de los bandos en este peculiar y esplendente Desfile Infantil de nuestra Fiesta. En el año 2009 el nuevo grupo de la comparsa de Estudiantes, que se ha dado en llamar La Bigornia, abrió el desfile de la propia comparsa a modo de boato como le correspondía ese año.
Los boatos iniciales son una espléndida realidad que plasman cada año las comparsas que les toca abrir su bando – ya sea moro o cristiano. En las últimas ediciones festeras son algunos colegios de la ciudad con sus niños, maestros y maestras y las propias madres, quienes montan estos boatos cada vez más originales en su planteamientos y puesta en escena: estos colegios han protagonizado las aperturas de varias de las comparsas en los últimos años, y el ritmo variopinto de los grupos musicales de las propias comparsas -Collas moras, Fanfarria, Sotavento, Zalagarda, Trova o Bigornia- hacen de este desfile un verdadero placer para quienes tienen la suerte de contemplar las evoluciones de sus bloques inantiles, cabos de escuadra, escuadras menudas de negros, abarrotadas carrozas, y la ilusión y encanto que derrochan las Abanderadas y Capitanes. Es esta la verdadera “joya de la corona” de nuestra Fiesta.
Sábado
En nuestra Fiesta de Moros y Cristianos estos actos son de los pocos verdaderamente insustituibles.
En 1983 se introducirá un cambio esencial en las Embajadas: se desecharon los textos que los Embajadores habían recitado desde la reaparición de las fiestas en 1945, y se introdujeron los que se utilizan actualmente en las fiestas de junio. Para la Embajada Mora se eligió el texto alcoyano – uno de los más antiguos parlamentos festeros que se conocen – atribuido a nuestro paisano D. Juan Rico y Amat, escritor y poeta romántico que fue jefe político y corregidor en Alcoy de 1848 a 1850. En cuanto al texto de la Embajada Cristiana, se adoptó el que con el nombre de La Bandera de la Cruz escribió el siglo pasado el insigne poeta eldense D. Francisco Laliga Gorgues, sacado a la luz por Alberto Navarro Pastor en la Revista de Fiestas de Moros y Cristianos de Elda de 1967.
En 1984 se decide, con muy buen criterio, trasladar la celebración del acto de las Embajadas a la Plaza del Ayuntamiento, centro neurálgico de la ciudad, que resultó un completo éxito de público y de organización. Para ello se organizó para cada una de las Embajadas un boato que causó sensación y sirvió para realzar el acompañamiento de cada Embajador hasta el castillo. Este cortejo se estableció ya como obligatorio en el itinerario desde la confluencia de las calles Pemán y Antonino Vera hacia Padre Manjón, Avenida de Chapí, Antonio Maura, Nueva y Colón.
En 1994, año del cincuentenario de nuestra Fiesta, la comisión organizadora introdujo el elemento de la Estafeta en ambas Embajadas. Consiste en que un emisario a caballo lleva hasta el castillo un mensaje con la petición de rendimiento de la fortaleza que es despreciado con desplante.
Estos actos han incorporado otras innovaciones en esta última etapa de nuestra Fiesta que han dotado a este acto de una gran emoción. Es destacable la organización del disparo de las comparsas en el asalto al castillo a lo largo de la calle Colón, que ha ganado en seguridad y estética, y el consiguiente “encaro” o enfrentamiento de los Capitanes que acaba con el abrazo y felicitación de los cargos máximos de la Fiesta ante las puertas del castillo.
Desde el año 2009, dos grandes festeros se han encargado de recitar las Embajadas de nuestra Fiesta. Se trata de Isidro Juan Gallardo como Embajador Cristiano y Damián Varea del Amo como Embajador Moro, que han destacado por su buen hacer y su actuación de verdadera vena dramática, ya que pertenecen a un grupo de teatro amateur de Elda.
En estos momentos, tanto las guerrillas o Alardo como las Embajadas constituyen uno de los actos más cuidados e interesantes de las fiestas de Elda: cada año son más los festeros que participan en ellos y muchos más los espectadores que los presencian en el marco de la Plaza de la Constitución, ante el magnífico castillo de madera situado delante del Ayuntamiento, que fue estrenado hace pocos años, y que es símbolo de toda nuestra Fiesta. La estafeta, el boato, el séquito del Embajador, la propia Embajada, la batalla de arcabucería y lucha final cuerpo a cuerpo de los Embajadores en el asalto a la fortaleza, constituyen la estructura de un acto imprescindible para comprender la realidad y la autenticidad de una Fiesta de Moros y Cristianos como la nuestra.
Este acto es quizá uno de los más importantes de la Fiesta debido a la espectacularidad que ha ido adquiriendo a través de los años. Simboliza la Entrada en la población de los ejércitos cristianos que, de alguna manera, vienen a reforzar a los habitantes de la villa en su lucha contra el invasor musulmán. Sin embargo, en nuestra representación festera anual participan ambos bandos en el desfile aunque los cristianos son los que lo abren y, por eso, recibe el nombre de Entrada Cristiana.
En el año 1995 la Comparsa de Piratas cumple sus cincuenta años con la Fiesta y por ese motivo, además de otras actividades realizadas, presentan un estupendo boato que abre la Entrada Cristiana, después del séquito del Embajador. A partir de ese momento cada año la comparsa que abre el desfile ofrece un boato de apertura que ensalza la participación de su Abanderada y Capitán. Así pues la “Triunfal Entrada Cristiana”, como ahora reza en los programas que se editan para anunciar y propagar la Fiesta, está encabezada cada año por un séquito que arropa al Embajador Cristiano y, a continuación el boato inicial de la comparsa que le toca abrir el desfile que presenta claras connotaciones acordes con la comparsa a la que representa y su vestimenta. Hay que destacar la presencia de ballets, collas o grupos musicales autóctonos, carrozas, bloques o pelotones que realizan algún tipo de evolución en su desfile, y otros elementos que hacen que el inicio de la Entrada sea esperado por el público por la cada vez mejor puesta en escena que llevan a cabo las comparsas, que intentan sorprender y maravillar a los espectadores con estos boatos espléndidos y llenos de encanto.
El orden que guardan las comparsas en este desfile es siempre rotativo, así la comparsa que inicia el desfile pasa a ocupar el último lugar en el bando y va descendiendo hasta que le toca de nuevo el primer lugar. Tras las comparsas cristianas desfilan las moras en una continúa sucesión de escuadras, festeros y bandas de música que cubre toda la tarde noche del sábado de fiestas, acabando alrededor de las doce de la noche.
Domingo
Este acto, que en un principio tuvo muy escasa repercusión, es ahora un bonito acto que cada año concentra en la Plaza del Ayuntamiento a más festeros que recorren un largo itinerario (calles Colón, Maura, Chapí, Padre Manjón, A. Vera, Pemán, Dahellos, Jardines y Juan Carlos). Bajo el agradable frescor matutino que respiran las desiertas calles eldenses, los comparsistas marchan con paso alegre y colorista para recibir de nuevo -tras una agitada noche de auténtica marcha festera- a la fiesta en su verdadera esencia.
La Diana, que tiene una magnífica participación de festeros y espectadores en otras poblaciones donde tiene una verdadera raigambre, en nuestro pueblo está comenzando a alcanzar un buen grado de participación y uniformidad y, lo que es más importante, se ha convertido en un verdadero acto de confraternidad festera cuando los participantes de cada comparsa esperan a los de las demás al final del recorrido para corresponder a su actuación con aplausos, dando muestra del acendrado espíritu festero que llevan en sus corazones.
Desde 1995 hasta la fecha el Desfile Ofrenda ya se perfila como en honor al Santo anacoreta, patrono de los festejos moro-cristianos cuya imagen preside el mural donde se colocan las flores que delas festeras de cada comparsa y la ofrenda de las Abanderadas ante la propia imagen de San Antonio Abad en el altar mayor. Este acto, en el que brillan con luz propia los cargos festeros de cada comparsa, comienza en la calle Juan Carlos I y continua por Juan Carlos I, Plaza Sagasta, Jardines, Ortega y Gasset, Nueva, Colón y Purísima hasta las mismas puertas del templo parroquial.
La posterior Misa concelebrada en honor a San Antonio Abad reúne a todos los párrocos de la ciudad con el predicador invitado cada año. Desde 1998 se cantan en ella las composiciones dedicadas a San Antón compuestas por el músico Jesús Mula, de cuya interpretación se encarga el Coro de los Santos Patronos y la Banda Santa Cecilia, dirigidos por Mª. Carmen Segura.
En los últimos años al término de la Misa, y tras el disparo de la tradicional mascletá, se organiza la salida del templo con un desfile de acompañamiento de cargos desde la calle San Francisco a la calle Ortega y Gasset, desde donde cada comparsa se dirige a su correspondiente sede social.
La Entrada Mora se celebra actualmente el domingo de fiestas a las 6 de la tarde, la abre el Embajador Moro con su séquito acompañado de la banda Santa Cecilia y, seguidamente, la comparsa que por turno inicia el desfile presenta un boato acorde con su propia idiosincrasia. Todas las comparsas han presentado boatos en este desfile, pero creo que sería indigno no mencionar por su esplendor el de la Comparsa de Moros Musulmanes en 1997, con motivo de su Cincuentenario, o el de las Huestes del Cadí (2001) para celebrar sus veinticinco años de participación en las fiestas. Este desfile que se describe en los programas como “majestuosa Entrada Mora”, recibe este nombre por ser encabezado por el bando moro, al que sigue a continuación el cristiano. El orden es rotativo, como ocurre en la Entrada Cristiana, ya que la comparsa que abre el desfile al siguiente año lo cierra.
Lunes
En nuestra Fiesta de Moros y Cristianos estos actos son de los pocos verdaderamente insustituibles.
En 1983 se introducirá un cambio esencial en las Embajadas: se desecharon los textos que los Embajadores habían recitado desde la reaparición de las fiestas en 1945, y se introdujeron los que se utilizan actualmente en las fiestas de junio. Para la Embajada Mora se eligió el texto alcoyano – uno de los más antiguos parlamentos festeros que se conocen – atribuido a nuestro paisano D. Juan Rico y Amat, escritor y poeta romántico que fue jefe político y corregidor en Alcoy de 1848 a 1850. En cuanto al texto de la Embajada Cristiana, se adoptó el que con el nombre de La Bandera de la Cruz escribió el siglo pasado el insigne poeta eldense D. Francisco Laliga Gorgues, sacado a la luz por Alberto Navarro Pastor en la Revista de Fiestas de Moros y Cristianos de Elda de 1967.
En 1984 se decide, con muy buen criterio, trasladar la celebración del acto de las Embajadas a la Plaza del Ayuntamiento, centro neurálgico de la ciudad, que resultó un completo éxito de público y de organización. Para ello se organizó para cada una de las Embajadas un boato que causó sensación y sirvió para realzar el acompañamiento de cada Embajador hasta el castillo. Este cortejo se estableció ya como obligatorio en el itinerario desde la confluencia de las calles Pemán y Antonino Vera hacia Padre Manjón, Avenida de Chapí, Antonio Maura, Nueva y Colón.
En 1994, año del cincuentenario de nuestra Fiesta, la comisión organizadora introdujo el elemento de la Estafeta en ambas Embajadas. Consiste en que un emisario a caballo lleva hasta el castillo un mensaje con la petición de rendimiento de la fortaleza que es despreciado con desplante.
Estos actos han incorporado otras innovaciones en esta última etapa de nuestra Fiesta que han dotado a este acto de una gran emoción. Es destacable la organización del disparo de las comparsas en el asalto al castillo a lo largo de la calle Colón, que ha ganado en seguridad y estética, y el consiguiente “encaro” o enfrentamiento de los Capitanes que acaba con el abrazo y felicitación de los cargos máximos de la Fiesta ante las puertas del castillo.
Desde el año 2009, dos grandes festeros se han encargado de recitar las Embajadas de nuestra Fiesta. Se trata de Isidro Juan Gallardo como Embajador Cristiano y Damián Varea del Amo como Embajador Moro, que han destacado por su buen hacer y su actuación de verdadera vena dramática, ya que pertenecen a un grupo de teatro amateur de Elda.
En estos momentos, tanto las guerrillas o Alardo como las Embajadas constituyen uno de los actos más cuidados e interesantes de las fiestas de Elda: cada año son más los festeros que participan en ellos y muchos más los espectadores que los presencian en el marco de la Plaza de la Constitución, ante el magnífico castillo de madera situado delante del Ayuntamiento, que fue estrenado hace pocos años, y que es símbolo de toda nuestra Fiesta. La estafeta, el boato, el séquito del Embajador, la propia Embajada, la batalla de arcabucería y lucha final cuerpo a cuerpo de los Embajadores en el asalto a la fortaleza, constituyen la estructura de un acto imprescindible para comprender la realidad y la autenticidad de una Fiesta de Moros y Cristianos como la nuestra.
Desde 1995 la Procesión, que ha ganado enormemente en organización y protocolo. Participan todas las comparsas por las callesSan Francisco, Pedrito Rico, Antonino Vera, Pemán, Dahellos, Ortega y Gasset, Nueva, Colón e Iglesia. En último lugar marcha la imagen del Santo llevada a hombros por festeros pertenecientes cada año a la comparsa encargada de portarla por turno rotativo. Acompañando al patrón participan como Presidencia Civil la Alcaldesa y Concejal de Fiestas, y por parte de los festeros el Presidente de Junta Central y los de las nueve comparsas junto a la Mayordomía del Santo. La autoridad eclesiástica la comprenden los sacerdotes de las parroquias locales encabezados por el párroco de Santa Ana.
En el año 2008 se produjo una innovación en la estructura de este acto: el desfile procesional lo inició un pequeño boato de apertura compuesto por la cruz guía y dos cirios portados por miembros de la comparsa encargada de la imagen del santo, los estandartes de las comparsas arropando al de San Antón también sostenido por festeros de la comparsa a cargo de la imagen y los Embajadores Cristiano y Moro.
Una vez la imagen del Santo llega hasta las escalinatas de la iglesia Parroquial de Santa Ana acaba la Procesión propiamente dicha con el consiguiente volteo de campanas y disparo de una gran palmera de fuegos artificiales. Desde allí se organiza el traslado hasta la ermita.